Médicos Sin Fronteras apunta a que el asesinato de tres de sus trabajadores en Etiopía fue “intencionado”: “Les dispararon a quemarropa”


El asesinato de tres trabajadores humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF), la española María Hernández Matas y los etíopes Tedros Gebremariam Gebremichael y Yohannes Halefom Reda, en la región de Tigray Central el 24 de junio de 2021 ocurrió en medio de un ataque “intencionado y selectivo”. Esta es la demoledora conclusión a la que ha llegado la organización internacional en una investigación publicada este martes tras años de pesquisas que han tratado de aclarar qué pasó con su personal en medio de uno de los conflictos más mortíferos de la historia.
“Les dispararon a quemarropa, mirando en dirección a sus agresores, y todos llevaban chalecos blancos claramente identificados con el logotipo de MSF, lo que significa que eran claramente identificables y reconocibles como trabajadores humanitarios y civiles en el momento de su muerte”, dice el documento que MSF ha decidido difundir por “obligación moral” con las víctimas y sus familias porque, hasta la fecha, el Gobierno etíope no ha dado respuestas.
El día del ataque, los tres trabajadores de la organización, que prestaban servicios médicos, se desplazaban en un vehículo de MSF “claramente identificado” hacia un pueblo cercano a la ciudad de Abi Adi para derivar pacientes heridos desde esta zona, en la que había intensos combates, hacia lugares más seguros. Durante el trayecto, la camioneta fue interceptada e incendiada y sus ocupantes, asesinados.
Inmediatamente, MSF inició una investigación, adelantada este martes por la Cadena Ser, y, simultáneamente, pidió colaboración del Gobierno y del Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT). La investigación de MSF corroboró que los tres cooperantes “recibieron múltiples disparos a corta distancia mientras se encontraban frente a su atacante”. “Sus cuerpos fueron encontrados a 400 metros del vehículo, que estaba acribillado a balazos y había sido quemado”, informa la ONG en un comunicado.
“A pesar de las repetidas garantías del Ministerio de Justicia de que la República Democrática Federal de Etiopía estaba llevando a cabo una investigación creíble e imparcial sobre las circunstancias que rodearon el asesinato de nuestros colegas, hasta la fecha, ni MSF ni las familias de las víctimas han recibido ninguna comunicación oficial ni respuestas fundamentadas de las autoridades etíopes sobre lo que ocurrió ese día”, afirma MSF.
Uno de los elementos más graves de la investigación es que hay “numerosas pruebas” que corroboran que un convoy de las Fuerzas Nacionales de Defensa de Etiopía (FNDE), el ejército oficial de ese país, estaban en la misma carretera en el momento del atentado, según MSF. Un testigo declaró haber escuchado un intercambio de radio en el que un comandante de las FNDE daba órdenes de “disparar” a un coche blanco que se acercaba y de “eliminarlos”.
Los hechos ocurrieron en el marco de la guerra del Tigray (2020-2022), que provocó la muerte de cerca de 600.000 civiles —en un país con seis millones de habitantes— y que es considerada la más sangrienta del siglo XXI. El conflicto comenzó en noviembre de 2020 cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, declaró la guerra al FLPT, que había desafiado el poder del Gobierno federal desde esa región norteña del país. En la guerra también participaron milicias amharas y el ejército eritreo en apoyo de las Fuerzas Armadas etíopes. Hubo batallas encarnizadas, bombardeos, masacres documentadas por Naciones Unidas y, sobre todo, un bloqueo de la región de Tigray que impidió la entrada de ayuda humanitaria a la población civil y la salida de toda información.
De acuerdo con la investigación de MSF, en las semanas previas al ataque no solo se habían intensificado los combates, sino también la hostilidad del ejército regular con el personal humanitario que operaba en el Tigray. “Los equipos de MSF sufrieron un acoso creciente por parte de los soldados de las FNDE y las FDE, que incluyó registros frecuentes, acusaciones de falta de neutralidad, violencia física y acoso, incluso en Abi Adi y sus alrededores”, sostiene la organización.
Paula Gil, presidenta de MSF España, ha señalado que el ataque no está relacionado con “un fuego cruzado” ni un “trágico error”. “Nuestros compañeros murieron en lo que solamente puede describirse como un ataque deliberado”, afirma Gil.
EL PAÍS